El indiferente

[Présentation, par la rédaction de Basa, de trois textes de Georges Sebbag sur l’indifférence, traduits en espagnol : « El indiferente », « Indiferente como un ready-made » et « Imágines taoístas »]

Sobre la indiferencia

Este conjunto de textos del profesor Sebbag acaba de aperecer el pasado mes de marzo en forma del libro « De l’indifférence » (Sobre la indiferencia) por iniciativa de éditions Sens & Tonka (Paris), bajo la sombra prestigiosa de Jean-Michel Place, editor del apasionante mensual « Parpaings » dedicado a debatir el significado del momento actual y el papel que la arquitectura y el urbanismo podrían y deberían jugar en tales circunstancias. No es casualidad que el Profesor Sebbag sea al mismo tiempo el asesor de la revista « L’Architecture d’Aujourd’hui », que sea una pieza clave e la linea de trabajo de « Parpaings », y que el mismo editor publique esta fundamental colección de textos.

En origen, el libro « De l’indifférence » (Sobre la indiferencia) fue una Memoria de Licenciatura en Filosofia hace ya casi tres décadas. Entonces, Sebbag realizó un ejercicio en clave opuesta a la filosofia heideggeriana de la diferencia, proponiendo estos ensayos « Sobre la indiferencia ».

Ambos nuevos textos, « El indiferente » e « Indiferente coma un ready-made » fueron publicados el pasado mes de octubre par la revista « L’Architecture d’Aujourd’hui », anunciando la aparición de este libro. En él figura en el 6° capitulo « Imágines taoístas », en el que Georges Sebbag se aproxima a la nocíon moderna de espacio de la indiferencia procedente del taoismo, de especiales resonancias asociado a Canarias. Esta es la razón de que ilustrando el texto figure la obra del pintor norteamericano Walter Meigs, que afincado en Canarias en la década de los 70, siempre reconocío en el paisaje de las Islas cualidades taoístas.

El indiferente

El indiferente no es un exuberante, Es un minimalista de la sensibilidad y de la razon. En el piano de la sensibilidad, tiene sobre todo un sentimiento de ausencia de sentirniento. En el terreno de la razón, juzga insuficiente el principio de razón. Es por eso que a sus ojos la realidad tiene poco de realidad. Del mismo modo que manifiesta una duda sobre su propia subjetividad, el indiferente desrealiza lo real, que hace deslizar sobre el plano a el escenario de lo imaqinario.

La atracción del vacío

El indiferente percibe tanto lo informe como la forma, el vacío como lo lleno. Como dijo Lao tseu: « Se practican puertas y ventanas para hacer un casa. Es de su vacío que depende el uso de la casa. »

El indiferente está capacitado para sentir el vacío interior. Pero es el vacío exterior lo primero que exerce fascinación en él. Contempla un espacio cartesiano, que parece vacío e inmaterial, en lugar de ser pleno y corpóreo, como pretende el autor del Discurso del método.

Está apresado y atrapado por un espacio tanta más asombroso por inmenso. Indefinido y porque ninguna referencia orienta la mirada, porque ninguna forma le detiene. La atracción del vacío está ya ahí en la naturaleza horizontal (el océano, el desierto, la planicie) o vertical (el precipicio, el abismo, lo insondable). No obstante la mirada indiferente escudriña del vacío en cualquier solar, en el menor intersticio. Ya que el vacío no es uniforme y homogéneo. Es informe y múltiple. Se compone de un apilado de vacíos. Comprende mil escenarios paralelos.

El indiferente moderno no busca la ataraxia, la ausencia de disturbios, segun el modelo defensivo de la ciudadela interior estoica o epicúrea, pues la atracción del vacío natural se duplica en él con la atracción  del vacío artificial de las técnicas. La técnica dei mismo modo que la naturaleza, es indiferente. Ningún sentido, ninguna finalidad se relacionan con el objeto técnico: un ready-made es un detonador, una central eléctrica es un ready-made.

El indiferente no ve en el mundo dado y construido, un mundo ordenado, ni siquiera un espacio geométrico sino un vacío vertiginoso y múltiple, un vacío abriéndose al vacío. Esta atracción de vacío  sobre todo designa sempre la ausencia y no la presencia del objeto. Y esta percepción de la ausencia, esta presencia de la ausencia es sin duda la eondición de aparición del objeto, pues el objeto no aparece sino sobre el fondo de desaparición. De la misma manera, recordémoslo, una palabra no se entiende sino sobre el fondo del malentendido: hay también vacío entre las palabras. No olvidemos en fin que la ausencia es el resorte de la pasión, sin contar que es la premonición de la muerte.

El indiferente, cuya singularidad es experimentar un sentimiento de ausencia de sentimiento, no puede sino ser atraído por el vacío que le revela la esencia y la existencia de la ausencia. A través de la transparencia del vacío y de la ausencia del objeto, el indiferente descubre un espacio de fascinación, un terreno de desplazamiento y de proyección, un medio propicio a las visiones, un vasto cine al aire libre.

Signos de lo insignificante

Al indiferente no le impresionan las grandes formas, las declaraciones heroicas, los signos deslumbrantes. A la manera de Marcel Duchamp, la pintura retiniana no le impresiona. Está atraido por la vacuidad de lo cotidiano, de lo infra-ordinario. Como Maine de Biran o Amiel, anotará en los millares de páginas de su diario intimo, los hechos más rninúsculos, los más anodines, los mas repetitivos.

Pero, en nuestros días, la atracción del vacío y de lo insignificante ¿no se transforma en proliferación de signos de lo insignificante y en horror al vacío? El espacio de la neutralidad ¿es realmente neutro y atrayente? ¿O comporta un envés, detonante de toda una gama de fobias?

Si se llama infra-ordinario a un conjunto de gestos infimos, todos los hechos menudos ritualizados que pasan más bien desapercibidos, se puede decir que este insignificante ordinario, verdadera trama de la vida cotidiana, está a punto de ser suplantado por un insignificante extraordinario y muy poco modesto.

Pues actualmente hay una desmesura de lo insignificante en la proliteración de las imágenes, en el amontonamiento de los artefactos, en la acumulación de ideas, la neutralización de las voluntades concurrentes, el embotellamiento de los publícos. E incluso el indiferente es llevado por este torbellino de signos, de signos de lo insignificante. ¿Es que no hemos visto a los medios de información, que quieren asentar su imperio, apostar por lo informe, en contra de la formación?

El flotar de lo indeterminado

En el piano sensible y moral, el indiferente hace gala de pudor, de tacto, de contencíon. En el plano lógico y metafísico, descubre el valor de lo indecidible y de lo indeterminado. La lógica binaria y dialéctica  ¿no representa un casa particular de una lógica probabilista a incluso escéptica?

Neutralidad del objeto, indetermiación dei suieto. Contrariamente al asno de Buridan, el indiferente no permanece inerte. Nada lo retiene en la travesía de las apariencias y todo lo incita a arriesgar el encuentro.

Nada está determinado. El algo, como lo casi nada, es indeterminado. Basta pensar en las variaciones de una raíz en la vida de una lengua o en los innumerables usos de un artefacto.

Sin ningún género de dudas hay un flotar de lo indeterminado cuando se apela a la imaginación y que se descubre o se inventa las reglas del juego.

El objeto arquitectonico ¿no es ese soberbio objeto flotante sobre el suelo indeterminado del tiempo?

Références

Georges Sebbag, « El indiferente », Basa, n° 25, second semestre 2001 [parution effective, juillet 2002], Santa Cruz de Tenerife, publicacion del colegio de arquitectos de Canarias.

« El indiferente » est la traduction en espagnol de Georges Sebbag, « L’indifférence », publié dans L’Architecture d’aujourd’hui, n° 336, septembre-octobre 2001.

Dans ce même numéro de Basa figure aussi une traduction en anglais (« Indifference ») de ce même texte.